22 de mayo de 2011

La bendición de administrar el tiempo











"Nunca encontrarás tiempo para nada. Si deseas tiempo, tienes que hacerlo".
(Charles Buxton)

Hoy en día, la vida del Ser Humano se ha vuelto cada vez más caótica, a tal grado que las enfermedades por estrés se han incrementado.

Es increíble que hemos perdido la verdadera razón de ser de la vida: disfrutar cada pequeño instante que ésta nos regala con cada amanecer.

Pero, al preguntarle a la gente el por qué de su drástica desesperación y de su constante estrés, me ha respondido que todo se debe por la falta de tiempo. ¿Falta de tiempo? ¿Es que no todos poseemos el mismo tiempo?

Falta de tiempo no es lo que tenemos, por el contrario, el tiempo existe, sólo que nosotros no sabemos administrarlo de manera correcta. Créanme que si administráramos nuestro tiempo como administramos nuestro dinero (en el caso de los ahorradores), estaríamos en buró de crédito por todo el tiempo que nos estamos debiendo.

El primer paso para obtener el control sobre nuestro tiempo consiste en modificar nuestra perspectiva. Así, se nos presentan 2 únicas opciones:
  1. Quejarnos constantemente de que nunca tenemos el tiempo suficiente.
  2. Proponernos aprender a respetar, apreciar y agradecer el tiempo que en realidad es nuestro.
En lo personal, he optado por la segunda opción. Me dí cuenta de que mi tiempo lo desperdiciaba en situaciones o actividades que estaban siempre fuera de mi alcance. Incluso, me llenaba de compromisos que no coincidían con los 5 roles principales de mi vida (Yo-mujer, esposa, madre, trabajo y relaciones sociales). Sólo a través del respeto hacia mí misma, es como he aprendido a estar consciente de lo que ocurre a mi alrededor y, por ende, he aprendido a respetar el tiempo de los demás (aunque ellos mismos no lo hagan).

Por supuesto, les confieso, que he estado pasando por períodos en mi vida en los que estoy muy ocupada y abrumada por la cotidianeidad, pero he aprendido a manejarlos porque comprendo por qué están aconteciendo. Así, al estar consciente de ellos busco equilibrarlos con mis propios períodos de tranquilidad, en donde decido otorgarme mi propio tiempo personal. Por ejemplo, procuro dedicarme de 10 a 15 minutos al día a relajarme realizando alguna actividad que me reconforta (leer un libro, hablar por teléfono, bañarme, escuchar el radio, o simplemente, sentarme, cerrar mis ojos y concentrarme en mi respiración).

En nuestra sociedad actual, evitar el ajetreo puede ser una labor muy difícil. Las actividades e imprevistos parecen surgir como una enorme ola en una semana, y para la próxima, nada. Si nos sentimos abrumados por todo lo que acontece a nuestro alrededor, es el momento preciso para detenernos a observar y escuchar lo que en realidad está ocurriendo.

¡Así es! Si sentimos que no tenemos el control de nuestro tiempo; nos sentimos atareados, abrumados y con el peso del mundo en nuestros hombros, es momento de Detenernos, Observar y Escuchar.

Pero, ¿en qué consiste Detenerse, Observar y Escuchar?

¡Es muy sencillo!
  • Detenerse: párate, deténte física o emocionalmente.
  • Observar: una vez que te detuviste, toma nota de lo que estás haciendo y de por qué te sientes tan estresado. Date tiempo para pensar en el por qué estás haciendo precisamente esas cosas que tanto te están afectando. Respóndete a tí mismo: ¿qué es lo que me está motivando a hacer tanto, que estoy tan abrumado?
  • Escuchar: Presta atención a tu voz interior; aquélla a la cual nunca le ponemos atención. Las actividades que estás realizando, ¿te conducen a satisfacer tus prioridades o las de la familia? ¿Estás haciendo cosas que realmente son importantes para tí? ¿Te sientes bien realizándolas? ¿Puedes observar este tiempo que le dedicas a estas labores como una bendición o debes cambiar tu manera de utilizarlo? En muchas ocasiones, incluso en medio de nuestro loco estrés, nos podemos dar cuenta de que lo que estamos haciendo es muy importante para nosotros y que puede ser considerado como una bendición de tiempo. Además, también podemos ver un final a esa locura. Si, por el contrario, no podemos vincular esas actividades con nuestras prioridades o realmente observar un verdadero por qué a lo que estamos haciendo, me temo decirte que es el momento preciso para modificar nuestra conducta respecto a nuestro tiempo.
Para que este método funcione debemos asegurarnos de contar con una estructura definida. Es necesario que conozcamos nuestros propios puntos de presión y, sobre todo, nuestras prioridades.

Queridos lectores, los exhorto a que hagan del tiempo una bendición. Los invito a que me escriban sus comentarios al respecto. Recuerden: Vivan de acuerdo con lo que confían, no de acuerdo a lo que temen.

¡Hasta la próxima!